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Mostrando las entradas etiquetadas como Poemas

Consejos

I Este amor que quiere ser acaso pronto será; pero ¿cuándo ha de volver lo que acaba de pasar? Hoy dista mucho de ayer. ¡Ayer es Nunca jamás! II Moneda que está en la mano quizá se deba guardar: la monedita del alma se pierde si no se da. Antonio Machado

El fracaso de la vida

  Cuando el alma recuerda la esperanza de que nutrió su juventud comprende que la vida es engaño y luego emprende soñar que fue lo que no fuera; avanza así con sus ensueños, mas no alcanza lo que esperó; soñando se defiende y llega al fin Aquella que nos prende con el lazo de la última membranza. Para ver la verdad no hay mejor lumbre que la lumbre que sube del ocaso, y que luego el verdor trueca en herrumbre: lanzadera fatal urde el acaso de la vida en la trama la costumbre: toda vida a la postre es un fracaso. Miguel de Unamuno

El lunático

El sol adormecido en las brumas se aleja Y como un astro muerto yace mi pasión; La noche a lo largo del muelle se refleja; Mi viejo corazón es un Rey sin razón. Cada ser de una rueda es el eje que gira, Cae, ofrenda y afrenta, en el yunque el dolor; Los rostros grises son una espuma que tira La marea del asfalto y la luz sin color. ¿Dónde estamos amor? ¿Sí es verdad que estamos? La luna se esconde cuando nos acercamos Al borde de los techos huecos de metal. Y el ojo blanco por las calles todavía Envidia el resplandor fijamente glacial Del astro que murió antes de abrir el día. Marguerite Yourcenar

Partida

Es insensato lamentarse, Aunque estemos condenados a partir: Lo único sensato es recibir El recuerdo de alguien en el corazón: Se puede habitar en los pensamientos Que nosotros mismos hemos cultivado, Y rugir con desprecio y coraje ultrajado Que el mundo haga su peor parte. No dejaremos que sus locuras nos atribulen, Como de quien viene los tomaremos; Y al final de cada día encontraremos Una risa alegre como hogar. Cuando dejemos a cada amigo y hermano, Cuando lejos estemos separados, Pensaremos uno en el otro, Incluso mejor de lo que fuimos. Cada vista gloriosa encima de nosotros, Cada vista agradable debajo, Nos uniremos con los que nos han dejado, Con quienes, incluso en la muerte, todavía amamos. Al ocaso, cuando nos sentemos en soledad cerca del fuego, El corazón cálido y sincero Recibirá el mismo pago. Podemos quemar las obligaciones que nos encadenan, Urdidas por frías manos humanas, Allí donde nadie se atreve a desafiarnos Podemos, en el pensamiento, encontrarnos. Por eso el ll

Aún me dura la melancolía…

Aún me dura la melancolía. Allá por el sinfín cantaba un gallo agrandando el silencio perla y malva en que el lucero azul se disolvía. Olía a cielo, a ella, a poesía. Sin volver a mirar me fui a caballo. Maduraban las frutas y sus frutas. A ella y a jardín secreto, olía. Me fui, me fui como por un romance donde fuera el doncel que nunca vuelve… la casa se quedó con su ventana, hundida entre la ausencia, al pie del alba. Flotó su mano y yo me fui a caballo. Aún me dura la melancolía. Eduardo Carranza

Verdad siempre

  A Manuel Altolaguirre Sí, sí, es verdad, es la única verdad; ojos entreabiertos, luz nacida, pensamiento o sollozo, clave o alma, este velar, este aprender la dicha, este saber que el día no es espina, sino verdad, oh suavidad. Te quiero. Escúchame. Cuando el silencio no existía, cuando tú eras ya cuerpo y yo la muerte, entonces, cuando el día. Noche, bondad, oh lucha, noche, noche. Bajo clamor o senos, bajo azúcar, entre dolor o solo la saliva, allí entre la mentira sí esperada, noche, noche, lo ardiente o el desierto. Vicente Aleixandre

El texto

Veo las ingrávidas nubes Veo el ingrávido sol Veo lo fácilmente que dibujan Un interminable proceso Como si tuviesen confianza En mí que estoy en la tierra Como si supiesen que yo Soy sus palabras Inger Christensen

El olvido

No es tu final como una copa vana que hay que apurar. Arroja el casco, y muere. Por eso lentamente levantas en tu mano un brillo o su mención, y arden tus dedos, como una nieve súbita. Está y no estuvo, pero estuvo y calla. El frío quema y en tus ojos nace su memoria. Recordar es obsceno, peor: es triste. Olvidar es morir. Con dignidad murió. Su sombra cruza. Vicente Aleixandre

Si consideramos

Si consideramos lo que puede verse: motores que nos vuelven locos, amantes que acaban odiándose, ese pescado que en el mercado mira fijamente hacia atrás adentrándose en nuestras mentes, flores podridas, moscas atrapadas en telarañas, motines, rugidos de leones enjaulados, payasos enamorados de billetes, naciones que trasladan a la gente como peones de ajedrez, ladrones a la luz del día con maravillosas esposas y vinos por la noche, las cárceles atestadas, el tópico de los parados, hierba moribunda, fuegos insignificantes, hombres suficientemente viejos como para amar la tumba. Estas y otras cosas demuestran que la vida gira sobre un eje podrido. Pero nos han dejado un poco de música y un póster clavado en el rincón un vaso de whisky, una corbata azul un delgado volumen de poemas de Rimbaud, un caballo que corre como si el diablo le estuviera retorciendo la cola sobre la hierba azul y el griterío y después, de nuevo, el amor como un coche que dobla la esquina puntual, la ciudad a la es

La tarde va oscureciendo

La tarde va oscureciendo Después de este día tan luminoso, Olas bravías descubren Que salvaje será la noche. Suena a lo lejos un profundo trueno. Las últimas gaviotas cubren el horizonte A lo largo de la pura altura del precipicio; Como vagos recuerdos en la memoria, Los últimos estremecimientos de deleite, Las alas blancas ya perdieron su blancura. No queda una sola nave a la vista; Y, cuando el sol se va ocultando, Las espesas nubes conspiran para cubrir A la Luna, que debe subir más allá. Únicamente vida, anhelada amante. Robert Bridges

Sin fe

Tienes ojos oscuros. Brillos allí que oscuridad prometen. Ah, cuán cierta es tu noche, cuán incierta mi duda. Miro al fondo la luz, y creo a solas. A solas pues que existes. Existir es vivir con ciencia a ciegas. Pues oscura te acercas y en mis ojos más luces siéntense sin mirar que en ellos brillen. No brillan, pues supieron. saber es alentar con los ojos abiertos. ¿Dudar…? Quien duda existe. Solo morir es ciencia. Vicente Aleixandre

Debajo del poema…

Debajo del poema —laborioso mecánico—, apretaba las tuercas a un epíteto. Luego engrasó un adverbio, dejó la rima a punto, afinó el ritmo y pintó de amarillo el artefacto. Al fin lo puso en marcha, y funcionaba. —No lo toques ya más, se dijo. Pero no pudo remediarlo: volvió a empezar, rompió los octosílabos, los juntó todos, cambió por sinestesias las metáforas, aceleró… mas nada sucedía. Soltó un tropo, dejó todas las piezas en una lata malva, y se marchó, cansado de su nombre. Ángel González

El flautista de Hamelin

  I El poblado de Hamelin está en Brunswick Cerca de la famosa ciudad de Hanover El río Weser, ancho y profundo Moja sus paredes en el lado sur; Un hermoso cuadro nunca visto; Pero, cuando empezó mi canción, Hace casi quinientos años, ¡Qué lástima!, ver sufrir a la gente Por culpa de esos bichos. II ¡Ratas! Se peleaban con los perros y mataban a los gatos, Y mordían a los bebes en sus cunas, Comían los quesos de los moldes, Y chupaban la sopa directamente de los cucharones de los cocineros, Partían los barriles de sardinas saladas, Anidaban en los sombreros domingueros de los hombres, Y arruinaban las charlas de las mujeres Ahogando sus voces Con gritos y chillidos En cincuenta diferentes sostenidos y bemoles. III Al fin el pueblo en bloque Se congregó en la municipalidad: “¡Que quede claro!”, gritaron, “¡nuestro intendente es un inútil; Y nuestro consejo un escándalo! ¡Pensar que nosotros compramos ropas elegantes Para imbéciles que no pueden determinar Lo mejor para librarnos de esta

Arpa rota en la lluvia

                                    Cuando la lluvia tenue detiene los recuerdos sobre el mar solitario; cuando el tren ha pasado dejando en los durmientes sus metálicas furias; cuando tiembla el almendro tocado por los muertos; cuando la breve música te borra las distancias y silencioso escuchas que tu cuerpo ha partido, que solo estás en otro cuerpo que te recuerda, vibra tu mano rota mordida por la lluvia. Murmullos de la muerte, que ascienden lentamente por tu cuerpo deshecho, hace brotar la lluvia, cuando alguien pisotea tu cabello extendido y tu ramaje yerto poblado por el viento. Miguel Arteche

Despedida

Entre mi amor y yo han de levantarse trescientas noches como trescientas paredes y el mar será una magia entre nosotros. No habrá sino recuerdos. Oh tardes merecidas por la pena, noches esperanzadas de mirarte, campos de mi camino, firmamento que estoy viendo y perdiendo… Definitiva como un mármol entristecerá tu ausencia otras tardes. Jorge Luis Borges

Pobre flor

«¿Por qué te miro así tan abatida, pobre flor? ¿En dónde están las galas de tu vida y el color? »Dime, ¿por qué tan triste te consumes, dulce bien?» —«¿Quién?, ¡el delirio devorante y loco de un amor, que me fue consumiendo poco a poco de dolor! Porque amando con toda la ternura de la fe, a mí no quiso amarme la criatura que yo amé. »Y por eso sin galas me marchito triste aquí, siempre llorando en mi dolor maldito, ¡Siempre así!»— ¡Habló la flor!… Yo gemí… era igual a la memoria de mi amor. Manuel Acuña

Anillo

                                         Ya es secreto el calor, ya es un retiro de gozosa penumbra compartida. Ondea la penumbra. No hay suspiro flotante. Lo mejor soñado es vida. El vaivén de un silencio luminoso frunce entre las persianas una fibra palpitante querencia del reposo: una ilusión en el polvillo vibra. Desde la sombra inmóvil, la almohada brinda a los dos, felices, el verano de una blancura tan afortunada que se convierte en sumo acorde humano. Los dos felices, en las soledades del propio clima, salvo del invierno, buscan en claroscuros sin edades la refulgencia de un estío eterno. Hay tanta plenitud en esta hora, tranquila entre las palmas de algún hado, que el curso del instante se demora lentísimo, cortés, enamorado. ¡Gozo de gozos: el alma en la piel, ante los dos el jardín inmortal, el paraíso que es ella con él, óptimo el árbol sin sombra de mal! Luz nada más. He ahí los amantes. Una armonía de montes y ríos, amaneciendo en lejanos levantes, vuelve inocentes los do