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Mostrando las entradas etiquetadas como De mi cuadernito de notas…

La cueva del corazón...

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     <<Nada he oído a propósito de ese tratado —me dijo—, pero en nuestra tradición siempre se ha hecho referencia a la cueva del corazón. El corazón es la sede del ser. Muchos yoguis se concentran en su corazón y se refugian en él, desarrollando así la experiencia del Yo Soy. El corazón es como una cueva silente y muy íntima donde uno conecta con la presencia de ser y va desplazándose paulatinamente de la mente ordinaria a la mente mística>>. Ramiro A. Calle, El Faquir

Se puede estar convencido...

<<(...) se puede estar convencido  de querer algo -quizá durante años-, si se sabe que el deseo es irrealizable. Pero si de  pronto se encuentra uno ante la posibilidad de que ese deseo ideal se convierta en  realidad, solo se desea una cosa: no haberlo deseado>>. Michael Ende, La historia interminable 

Un libro...

     <<(...) un libro solo es bueno en la medida en que nos trae un  diálogo latente, en que sentimos que el autor sabe imaginar concretamente a su  lector y este percibe como si de entre las líneas saliese una mano ectoplásmica  que palpa su persona, que quiere acariciarla -o bien, muy cortésmente, darle un puñetazo>> . José Ortega y Gasset,  La rebelión de las masas

Y, sin embargo...

     <<Y, sin embargo, Bastián sabía que no podría marcharse sin el libro. Ahora se daba  cuenta de que precisamente por aquel libro había entrado allí, de que el libro lo había  llamado de una forma misteriosa porque quería ser suyo, porque, en realidad, ¡le había  pertenecido siempre!>>.                                                           Michael Ende,  La historia interminable 

Fernando Vallejo...

     <<A Dios, como al doctor Frankenstein su monstruo, el hombre se le fue de las manos>>. Fernando Vallejo, La Virgen de los Sicarios 

Naguib Mahfuz...

     <<Tan grande había sido su miedo a la noche en la primera época pasada en aquella casa, que seguía teniendo la idea, ella que conocía mucho mejor el mundo de los genios que el de los hombres, de que no vivía sola allí y que los demonios no podían extraviarse mucho tiempo por aquellas habitaciones antiguas, amplias y vacías. Quizás ellos se habían refugiado en estas antes de que ella fuera llevada a la casa e incluso antes de haber visto la luz del día. ¡Cuántas veces los había oído susurrar en sus oídos y había despertado con el fuego de su aliento!>>. Naguib Mahfuz, Entre dos palacios

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     <<¿Cómo (...) podía un hombre disfrutar si su sueño era interrumpido a las 6:30 de la  mañana por el estrépito de un despertador,  tenía que saltar fuera de la cama, vestirse,  desayunar sin ganas, (...) cepillarse  los dientes y el pelo y pelear  con el tráfico hasta llegar a un lugar donde  esencialmente ganaba cantidad de dinero  para algún otro y aún así se le exigía  mostrarse agradecido por tener la  oportunidad de hacerlo? >> Charles Bukowski, Factotum

Quel est celui de nous...

     Quel est celui de nous qui n’a pas, dans ses jours d’ambition, rêvé le miracle d’une prose poétique, musicale sans rythme et sans rime, assez souple et assez heurtée pour s’adapter aux mouvements lyriques de l’âme, aux ondulations de la rêverie, aux soubresauts de la conscience? Charles Baudelaire ,  Le Spleen de Paris

La pasión...

     <<(...) La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros. Quien no haya pasado nunca tardes  enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo  y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba  quedando helado...       Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o  Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien  intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...       Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una  historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había  corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado,  y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...       Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente  lo que Bastián hizo en

Es verdad...

<<Es verdad; pues reprimamos esta fiera condición, esta  furia, esta ambición, por si alguna vez soñamos; y sí haremos, pues estamos en  mundo tan singular, que el vivir solo es soñar; y la experiencia me enseña que  el hombre que vive, sueña lo que es, hasta despertar. Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y  gobernando; y este aplauso, que recibe prestado, en el viento escribe, y en  cenizas le convierte la muerte, ¡desdicha fuerte! ¡Que hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte! Sueña el rico en su  riqueza, que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su  miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y  pretende, sueña el que agravia y ofende, y en este mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo  entiende. Yo sueño que estoy aquí de estas prisiones cargado, y soñé que en  otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida?  Un

A reinar...

<<A reinar, Fortuna, vamos; no me despiertes, si duermo, y si es verdad, no me duermas. Mas, sea verdad o sueño, obrar bien es lo que importa . Si fuere verdad, por serlo; si no, por ganar amigos para cuando despertemos>>. Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño

Victor Hugo...

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Calderón de la Barca...

      <<¿Qué os admira? ¿Qué os espanta, si fue mi maestro un sueño, y estoy temiendo, en mis ansias, que he de despertar y hallarme otra vez en  mi cerrada prisión? Y cuando no sea, el soñarlo solo basta; pues así llegué a saber que toda la dicha humana, en fin, pasa como sueño, y quiero hoy aprovecharla el tiempo que me durare, pidiendo de nuestras faltas perdón, pues de pechos nobles es tan propio el perdonarlas>>. Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño

      <<Ante él tenía una habitación larga y estrecha, que se perdía al fondo en penumbra. En  las paredes había estantes que llegaban hasta el techo, abarrotados de libros de todo tipo  y tamaño. En el suelo se apilaban montones de mamotretos y en algunas mesitas había  montañas de libros más pequeños, encuadernados en cuero, cuyos cantos brillaban  como el oro. Detrás de una pared de libros tan alta como un hombre, que se alzaba al  otro extremo de la habitación, se veía el resplandor de una lámpara. De esa zona  iluminada se elevaba de vez en cuando un anillo de humo, que iba aumentando de  tamaño y se desvanecía luego más arriba, en la oscuridad. Era como esas señales con  que los indios se comunican noticias de colina en colina. Evidentemente, allí había  alguien (...)>>. Michael Ende, La historia interminable

V. S. Naipaul...

     <<(...) aquí la inmensidad escapa a la  imaginación, un cielo tan extenso y profundo que no puede abarcarse la puesta  de sol de una sola mirada, sino que hay que examinarla por partes, un paisaje  que resulta monótono por su tamaño y aterrador por su misma simplicidad y la  sensación especial de agotamiento (...) .  Amanece, cae la noche; llegas y te marchas de las estaciones de tren  indistinguibles entre sí, con el tablón del nombre hábilmente disimulado,  entreactos bruscos y desconcertantes de ruido y gentío, y aun así el viaje  continúa, hasta que la inmensidad deja de tener sentido y se hace insoportable, y  deseas escapar de esa infinita repetición de agotamiento y decadencia>>.   V. S. Naipaul, El escritor y el mundo

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Pronto...

     <<Pronto advertí que cuando era libre no había vivido de la mejor manera posible, que había malgastado mis días, que tenía de qué arrepentirme… Sin ir más lejos, me  acordaba de que algunas comidas no me gustaban, no las comía o solo lo hacía a  medias, simplemente porque no eran de mi agrado; eso me pareció una falta  incomprensible e imperdonable.  (...) Había también cosas de mi vida previa que me ponían nervioso o que, por ridículo que parezca, me daban miedo: ciertas asignaturas en el colegio, los profesores que las enseñaban, los exámenes y sus resultados, el comportamiento de mi padre al enterarse de las notas; me acordaba de esos temores y me divertía. (...) me imaginaba un día malo: madrugar, ir a la escuela y agobiarme, comer mal… y al imaginarme todo eso, enmendaba todas aquellas posibilidades malgastadas y fallidas o, simplemente, inadvertidas. Lo había oído decir, y ahora también puedo dar fe de ello: es verdad que las paredes de la cárcel no pueden poner límite

No importa...

     <<No importa. (...)  La vida seguirá su curso al margen de nuestros planes, como si un  grupo de dioses burlones entretuvieran su absurda eternidad en las alturas  soplando sobre nosotros, enredando las cosas, complicando las situaciones,  retorciendo los sentimientos>>. Ángeles Caso, Contra el viento 

Neruda... ♡

      <<¿Cuánto vive el hombre, por fin? ¿Vive mil años o uno solo? ¿Vive  una semana o varios siglos? ¿Por cuánto tiempo muere el hombre?         ¿Qué quiere decir para siempre?>>. Pablo Neruda