La ciudad
Era dorada y espléndida Aquella ciudad de la luz; Una visión suspendida En los abismos de la noche; Una región de prodigios y gloria, cuyos templos Eran de mármol blanco. Recuerdo la época En que apareció ante mis ojos; Eran los tiempos salvajes e irracionales, Los días de las mentes embrutecidas En los que el Invierno, con su mortaja blanca y lívida, Avanzaba lentamente torturando y destruyendo. Más hermosa que Zión Resplandecía en el cielo Cuando los rayos de Orión Nublaron mis ojos, Y me sumieron en un sueño lleno de oscuros recuerdos De vivencias olvidadas y remotas. Sus mansiones eran majestuosas, Decoradas con bellas esculturas Que se erguían con nobleza En magníficas terrazas, Y los jardines eran fragantes y soleados, Y en ellos florecían extrañas maravillas. Me fascinaban sus avenidas Con sus perspectivas sublimes; Las elevadas arcadas me confirmaban Que una vez, en otro tiempo, Había vagado en éxtasis bajo su som