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Mostrando entradas de junio, 2020

La ciudad

Era dorada y espléndida Aquella ciudad de la luz; Una visión suspendida En los abismos de la noche; Una región de prodigios y gloria, cuyos templos Eran de mármol blanco. Recuerdo la época En que apareció ante mis ojos; Eran los tiempos salvajes e irracionales, Los días de las mentes embrutecidas En los que el Invierno, con su mortaja blanca y lívida, Avanzaba lentamente torturando y destruyendo. Más hermosa que Zión Resplandecía en el cielo Cuando los rayos de Orión Nublaron mis ojos, Y me sumieron en un sueño lleno de oscuros recuerdos De vivencias olvidadas y remotas. Sus mansiones eran majestuosas, Decoradas con bellas esculturas Que se erguían con nobleza En magníficas terrazas, Y los jardines eran fragantes y soleados, Y en ellos florecían extrañas maravillas. Me fascinaban sus avenidas Con sus perspectivas sublimes; Las elevadas arcadas me confirmaban Que una vez, en otro tiempo, Había vagado en éxtasis bajo su som

Para el Museo de la Acrópolis...

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25. De las tres realidades

--> Objeto   --> Universo --> Mundo material, externo  --> Espíritu  /  Intelecto   --> Universal y divino -->  Sujeto trascendente  --> Dador de luz --> Sujeto   --> Seres vivos --> Hombre (espíritu, alma, cuerpo): espejo en el que se mira el Universo. Compendio del Universo. Reflejo del Universo --> Mundo interior. Del alma. Del entendimiento. He aquí cuanto el duende tuvo a bien escribir en la tierra . El exceso de luces allá afuera y la claridad tan grande de la luna hacen que pueda asomarme fácilmente al abismo negro de esas letras. Que pueda mirarlas.   Leerlas . Una vez que lo he hecho cierro los ojos. Me tapo los oídos.   ¿Qué respuesta daré si sobre ellas me pregunta?   Un movimiento imperceptible de la cabeza. Imperceptible. Pero   que niega .   Que se esconde .

Fulcanelli...

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Notre-Dame de Paris           << La más fuerte impresión de nuestra primera juventud -teníamos a la sazón siete años-,  de la que conservamos todavía vívido un recuerdo, fue la emoción que provocó , en  nuestra alma de niño, la vista de una catedral gótica . Nos sentimos inmediatamente transportados , extasiados, llenos de admiración, incapaces de sustraernos a la atracción  de lo maravilloso, a la magia de lo espléndido, de lo inmenso, de lo vertiginoso que se  desprendía de esta obra más divina que humana.       Después, la visión se transformó; pero la impresión permanece. Y, (...) , jamás hemos podido dejar de  sentir una especie de arrobamiento ante estos bellos libros de imágenes que se levantan  en nuestra plaza y que despliegan hasta el cielo sus hojas esculpidas en piedra >>.  Fulcanelli, El misterio de las catedrales