Dicen que un pájaro no entona dos veces la misma canción . Que esa melodía que te paraste aquella tarde de enero a escuchar con los ojos cerrados y la piel manchada de frío ningún otro, ni siquiera él mismo, volverá a repetirla jamás. Dicen , pero no sé si es verdad . A lo mejor sí. A lo mejor cada vez que despegan sus picos lisitos sueltan al mundo, a tu mundo, algo que por tan hermoso no pueda más que desvanecerse . Desvanecerse, para que siga siendo eso, hermoso. Para que nadie pueda corromperlo... Pasa con todo: con los cantos de las aves que hasta que anochezca colmarán el bosque; con el agua de ese mar que nunca tuve delante... o con los diamantes que estoy viendo ahora mismito cuajar la tierra . Sí sí. Como lo lees. Cuajarla. Que no hay uno ni hay dos. Que hay miles. Cientos de miles de piedras chiquininas que relumbran a la luz de un sol que les sonríe galante. Que las viste de colores. Que las hace brillar. Y la tierra encantada. Dispuesta a dejarse mir