Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Libros

Imagen

Imagen

Un libro...

     <<(...) un libro solo es bueno en la medida en que nos trae un  diálogo latente, en que sentimos que el autor sabe imaginar concretamente a su  lector y este percibe como si de entre las líneas saliese una mano ectoplásmica  que palpa su persona, que quiere acariciarla -o bien, muy cortésmente, darle un puñetazo>> . José Ortega y Gasset,  La rebelión de las masas

Imagen

Y, sin embargo...

     <<Y, sin embargo, Bastián sabía que no podría marcharse sin el libro. Ahora se daba  cuenta de que precisamente por aquel libro había entrado allí, de que el libro lo había  llamado de una forma misteriosa porque quería ser suyo, porque, en realidad, ¡le había  pertenecido siempre!>>.                                                           Michael Ende,  La historia interminable 

Imagen

Imagen

La pasión...

     <<(...) La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros. Quien no haya pasado nunca tardes  enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo  y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba  quedando helado...       Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o  Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien  intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...       Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una  historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había  corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado,  y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...       Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente  lo que Bastián hizo en

Imagen

Imagen

      <<Ante él tenía una habitación larga y estrecha, que se perdía al fondo en penumbra. En  las paredes había estantes que llegaban hasta el techo, abarrotados de libros de todo tipo  y tamaño. En el suelo se apilaban montones de mamotretos y en algunas mesitas había  montañas de libros más pequeños, encuadernados en cuero, cuyos cantos brillaban  como el oro. Detrás de una pared de libros tan alta como un hombre, que se alzaba al  otro extremo de la habitación, se veía el resplandor de una lámpara. De esa zona  iluminada se elevaba de vez en cuando un anillo de humo, que iba aumentando de  tamaño y se desvanecía luego más arriba, en la oscuridad. Era como esas señales con  que los indios se comunican noticias de colina en colina. Evidentemente, allí había  alguien (...)>>. Michael Ende, La historia interminable

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

So little time...

Imagen

Imagen

...

Imagen