Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando cómo se passa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el plazer, cómo después, de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parescer, cualquiera tiempo passado fue mejor. Y pues vemos lo presente cómo en un punto s’es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por passado. No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera, más que duró lo que vio, porque todo ha de passar por tal manera. Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros, medianos y más chicos, allegados son iguales los que viven por sus manos y los ricos. Dexo las invocaciones de los famosos poetas y oradores; no curo de sus ficciones, que traen yerbas secretas sus sabores. A Aquél solo me encomiendo, A