3. El Manuscrito Voynich

Hace horas que Titus B. corre con los ojillos de un libro a otro: del Libro Grande al Manuscrito Cifrado, del Manuscrito Cifrado al Libro Grande. Mordiéndose la lengua de intriga y de placer mientras siente recobrado al fin su lugar en el bosque.

Yo veo pasar el tiempo sentada a su lado pero no muy cerca, que si no, no se concentra. Al menos cien luciérnagas han acudido a la llamada de esas primeras que llegaron a dar luz al duende, y ahora nuestro diminuto rincón del bosque está encendido por un día hecho de mil soles y una luna inmensa.

Espero a que el duende diga algo. A que comparta conmigo un poco de lo mucho que parece estar descubriendo, pero apenas si se le escapa algún ¡ajajá! y palabrejas rarísimas como Voynich… <<¡Ajajá, el Manuscrito Voynich! Si ya lo sabía yo. Ya lo sabía yo...>>. Eso dice las veces que dice algo. Cuanto resta lo llena con silencio, miradas de reojo y satisfacción grandísima en la cara. Sabe que me muero de curiosidad y de aburrimiento y tiene pensado dejarme morir un ratito más…

Comentarios

Entradas populares... ♡

Canción de los ángeles

La voz a ti debida 💫

Tinta de limón