Anillo
Ya es secreto el calor, ya es un retiro de gozosa penumbra compartida. Ondea la penumbra. No hay suspiro flotante. Lo mejor soñado es vida. El vaivén de un silencio luminoso frunce entre las persianas una fibra palpitante querencia del reposo: una ilusión en el polvillo vibra. Desde la sombra inmóvil, la almohada brinda a los dos, felices, el verano de una blancura tan afortunada que se convierte en sumo acorde humano. Los dos felices, en las soledades del propio clima, salvo del invierno, buscan en claroscuros sin edades la refulgencia de un estío eterno. Hay tanta plenitud en esta hora, tranquila entre las palmas de algún hado, que el curso del instante se demora lentísimo, cortés, enamorado. ¡Gozo de gozos: el alma en la piel, ante los dos el jardín inmortal, el paraíso que es ella con él, óptimo el árbol sin sombra de mal! Luz nada más. He ahí los amantes. Una armonía de montes y ríos, amaneciendo en lejanos levantes, vuelve inocentes los do