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Edward Burne-Jones, The Council Chamber  (1872)

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William James Neatby, The Heart of the Rose (c. 1903)

No es de cobarde mi alma

  No es de cobarde mi alma, no tiembla en la esfera tormentosa del mundo: Veo las glorias del cielo brillar y la fe brilla igual, armándome contra el miedo. ¡Oh Dios dentro de mi pecho, todopoderosa y omnipresente deidad! ¡La vida —que en mí descansa—, Como yo —en la vida eterna— tiene poder en ti! Vanos son los mil credos que mueven los corazones del hombre: indeciblemente vanos; inútiles como malas hierbas marchitas, o como la ociosa banalidad en el centro de la eternidad, para despertar la duda en uno sostenido tan rápido por tu infinito; tan seguramente anclado en la roca firme de la inmortalidad. Con gran amor universal tu espíritu anima los años eternos, penetra y medita, cambia, sostiene, se disuelve, crea y se levanta. Aunque la tierra y el hombre desaparezcan, y soles y universos dejen de existir, y solo Tú hayas quedado, cada existencia existiría en Ti. No hay espacio para la muerte, ni átomo que sus fuerzas pueda animar: Tú, Tú eres el Ser y el Aliento, y lo que eres nunca p

Vasari...

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Tour Eiffel...

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  Paris... 1926                Robert Delaunay,  Tour Eiffel

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John William Waterhouse, The Enchanted Garden  (1916 - 1917)

Libertad

Risueños están los mozos, gozosos están los viejos porque dicen, compañeras, que hay libertad para el pueblo. Todo es la turba cantares, los campanarios estruendo, los balcones luminarias, y las plazuelas festejos. Gran novedad en las leyes, que, os juro que no comprendo, ocurre cuando a los hombres en tal regocijo vemos. Muchos bienes se preparan, dicen los doctos al reino, si en ello los hombres ganan yo, por los hombres, me alegro; Mas, por nosotras, las hembras, ni lo aplaudo, ni lo siento, pues aunque leyes se muden para nosotras no hay fueros. ¡Libertad! ¿qué nos importa? ¿qué ganamos, qué tendremos? ¿un encierro por tribuna y una aguja por derecho? ¡Libertad! ¿de qué nos vale si son los tiranos nuestros no el yugo de los monarcas, el yugo de nuestro sexo? ¡Libertad! ¿pues no es sarcasmo el que nos hacen sangriento con repetir ese grito delante de nuestros hierros? ¡Libertad! ¡ay! para el llanto tuvímosla en todos tiempos; con los déspotas lloramos, con tributos lloraremos; Que,