No es de cobarde mi alma

 No es de cobarde mi alma,

no tiembla en la esfera tormentosa del mundo:

Veo las glorias del cielo brillar

y la fe brilla igual, armándome contra el miedo.


¡Oh Dios dentro de mi pecho,

todopoderosa y omnipresente deidad!

¡La vida —que en mí descansa—,

Como yo —en la vida eterna— tiene poder en ti!


Vanos son los mil credos

que mueven los corazones del hombre: indeciblemente vanos;

inútiles como malas hierbas marchitas,

o como la ociosa banalidad en el centro de la eternidad,


para despertar la duda en uno

sostenido tan rápido por tu infinito;

tan seguramente anclado en

la roca firme de la inmortalidad.


Con gran amor universal

tu espíritu anima los años eternos,

penetra y medita,

cambia, sostiene, se disuelve, crea y se levanta.


Aunque la tierra y el hombre desaparezcan,

y soles y universos dejen de existir,

y solo Tú hayas quedado,

cada existencia existiría en Ti.


No hay espacio para la muerte,

ni átomo que sus fuerzas pueda animar:

Tú, Tú eres el Ser y el Aliento,

y lo que eres nunca podrá ser destruido.

Emily Brontë

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