Entradas
Un Réquiem para Mozart...
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Le Petit Prince... (XIV)
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Hace 184 años nacía Louisa May Alcott...
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Mi corazón es patio
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Francisco de Goya y Lucientes, Una escena de la prisión La tierra no es redonda: es un patio cuadrado donde los hombres giran bajo un cielo de estaño. Soñé que el mundo era un redondo espectáculo envuelto por el cielo, con ciudades y campos en paz, con trigo y besos, con ríos, montes y anchos mares donde navegan corazones y barcos. Pero el mundo es un patio. (Un patio donde giran los hombres sin espacio). A veces, cuando subo a mi ventana, palpo con mis ojos la vida de luz que voy soñando. Y entonces, digo: “El mundo es algo más que el patio y estas losas terribles donde me voy gastando”. Y oigo colinas libres, voces entre los álamos, la charla azul del río que ciñe mi cadalso. “Es la vida”, me dicen los aromas, el canto rojo de los jilgueros, la música en el vaso blanco y azul del día, la risa de un muchacho… Pero soñar es despierto (mi reja es el costado de un sueño que da al campo). Amanezco, y ya todo -fuera del sueño-
Le Petit Prince... (XIII)
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
El cuervo
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Paul Gustave Doré Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. “Es -dije musitando- un visitante tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más”. ¡Ah! aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre. Y el crujir triste, vago, escalofriante de la seda de las cortinas rojas llenábame de fantásticos terrores jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, acallando el latido de mi corazón, vuelvo a repetir: “Es un visitante a la puerta de mi c
Le Petit Prince... (XII)
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
A Ladislao José Biro...
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones