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En ese momento...
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<<En ese momento observé por primera vez cómo era el color de la noche allí, porque durante la espera había anochecido. El color era mágico: el espectáculo de los fuegos artificiales con las llamas que se elevaban al cielo a lo largo de todo el horizonte. Alrededor se susurraba, se murmuraba, se repetía: «¡Los crematorios…!», pero ya con el tono de admiración que suele emplearse ante la contemplación de los fenómenos naturales>>. Imre Kertész, Sin destino
Verdad siempre
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A Manuel Altolaguirre Sí, sí, es verdad, es la única verdad; ojos entreabiertos, luz nacida, pensamiento o sollozo, clave o alma, este velar, este aprender la dicha, este saber que el día no es espina, sino verdad, oh suavidad. Te quiero. Escúchame. Cuando el silencio no existía, cuando tú eras ya cuerpo y yo la muerte, entonces, cuando el día. Noche, bondad, oh lucha, noche, noche. Bajo clamor o senos, bajo azúcar, entre dolor o solo la saliva, allí entre la mentira sí esperada, noche, noche, lo ardiente o el desierto. Vicente Aleixandre
La casita de madera
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Hay una casita de madera frente a mí . Tiene la puerta abierta y, en su interior, la luz tenue de un candil hace pedacitos las sombras que pudieran querer adueñarse de los rincones. Detrás de la casita hay un lago . Un lago inmenso cuya superficie navegan cisnes , decenas de cisnes. Desde el cielo la luna me mira . Una luna muy grande que parece ansiosa por enjugar sus rayos en esas aguas calmas del anochecer temprano de principios de otoño. Titus B. está a mi lado . Sentado en la hierba y abrazado al Libro Grande . Está más delgado. Está más viejo. Quiere que vayamos a la casita de madera . Que subamos los pocos peldaños que separan la tierra de su puerta y entremos . Entremos sin llamar. La casita de madera es nuestra . Tiene que ser nuestra porque antes no estaba y ahora está. Porque este bosque mágico la ha levantado para nosotros. Y nosotros andamos hacia ella . Recorremos muy poquitos pasos, demasiado poquitos, y ponemos por f