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Se equivocó la paloma…

Se equivocó la paloma, se equivocaba. Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era el agua. Creyó que el mar era el cielo que la noche la mañana. Que las estrellas rocío, que la calor la nevada. Que tu falda era tu blusa, que tu corazón su casa. (Ella se durmió en la orilla, tú en la cumbre de una rama). Rafael Alberti

Sobre "Romeo y Julieta"...

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Frederic Leighton,   La reconciliación entre los Montesco y los Capuleto tras la muerte de Romeo y Julieta «Lo he traducido con devoción para que las palabras de Shakespeare puedan comunicar a todos, en nuestro idioma, el fuego transparente que arde en ellas sin consumirse desde hace siglos». Pablo Neruda sobre Romeo y Julieta

Para el Metropolitan Museum of Art...

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Arc de Triomphe de l'Étoile...

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  Paris... 1852 Gaspard Gobaut,  Arc de Triomphe de l'Étoile

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Marie Spartali Stillman, The Pilgrim Folk  (1914)

10. Los ojos del sueño

Aquel sueño me convirtió en un ser extraño : extraña a mí misma, a mis propios ojos que ya no contemplaban más el mundo sino ocultos tras otro par de ojos tan invisibles, tan imaginarios y tan ajenos que se me habían pegado a la piel. Igual que las lentes de Titus B... así   se me habían pegado en los párpados aquellos dos ojos que no eran míos   y , sin embargo,   miraban por mí ... Las manitas rechonchas del duende , que me pellizcaban la nariz con el auspicio de la luna,  hicieron que los abriera . Hicieron que me incorporase y lo mirara de frente...  Sé que me sabía culpable ,   pero no me condenó . Sentándose a mi lado, el   Libro Grande   en brazos y el   Manuscrito Cifrado   bien cerquita,   dejó  en silencio que sus piececillos descalzos se bañaran en la corriente tibia del   arroyo sin nombre . Abrió el Libro y buscó una página cualquiera, indefinible.   Volvió a mirarme , una decena de diminutas luciérnagas acudían ya a prestarle luz, bajó la cabeza  y comenzó a leer ...

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Arthur Hughes, In the Grass  (1864 - 1865)

Alocución pagana

¿Es que, acaso, estimáis que por creer en la inmortalidad, os tendrá que ser dada? Es obra de la fe, del egoísmo o la desolación. Y si existe, no importa no haber creído en ella: respuestas ignorantes son todas las humanas si a la muerte interroga. Seguid con vuestros ritos fastuosos, ofrendas a los dioses, o grandes monumentos funerarios, las cálidas plegarias, vuestra esperanza ciega. O aceptad el vacío que vendrá, en donde ni siquiera soplará un viento estéril. Lo que habrá de venir será de todos, pues no hay merecimiento en el nacer y nada justifica nuestra muerte. Francisco Brines