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El valle de la inquietud

Hubo aquí un valle antaño, callado y sonriente, donde nadie habitaba: partiéronse las gentes a la guerra, dejando a los luceros, de ojos dulces, que velaran, de noche, desde azuladas torres, las flores, y en el centro del valle, cada día, la roja luz del sol se posaba, indolente. Mas ya quien lo visite advertiría la inquietud de ese valle melancólico. No hay en él nada quieto, sino el aire, que ampara aquella soledad de maravilla. ¡Ah! Ningún viento mece aquellos árboles, que palpitan al modo de los helados mares en torno de las Hébridas brumosas. ¡Ah! Ningún viento arrastra aquellas nubes, que crujen levemente por el cielo intranquilo, turbadas desde el alba hasta la noche, sobre las violetas que allí yacen, como ojos humanos de mil suertes, sobre ondulantes lirios, que lloran en las tumbas ignoradas. Ondulan, y de sus fragantes cimas cae eterno rocío, gota a gota. Lloran, y por sus tallos delicados, como aljófar, van lágrimas perennes

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31. Del Poimandrès

Hace ya rato que la noche se dejó caer   sobre las ramas de Brocelianda y las volvió negras, con esa luna que sin miramientos ha traído hasta nosotros ausente, marchita. Sentado aún bajo el letrero, desde lo alto del Libro Grande, el duende me mira.   Desde el abismo color de letras   que descansa en sus rodillas me mira y guarda silencio.   Titus B. : el pequeño viejo. Apoya las palmas de las manos en la tierra   y toma aliento. Una docena de luciérnagas salidas de las sombras iluminan su cara y al   Libro . Han venido hasta él como cada luna nueva, sin que las haya llamado siquiera. Han venido para ser su luz. Para que lea... «...Con estas palabras, quedóse mirándome fijamente al rostro, de tal modo que me hizo temblar. Luego, cuando volvió a levantar la cabeza,   me pareció ver dentro de mi propio espíritu la luz , que consistía en un número infinito de virtudes,  convertida en un Todo ilimitado , mientras el fuego, rodeado y mantenido por una fuerza omnipotente, alcan

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Platero

     << Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de  algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros  cual dos escarabajos de cristal negro.       Lo dejo suelto, y se va al prado , y acaricia tibiamente con su hocico,  rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo  dulcemente: ¿Platero? y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe  en no sé qué cascabeleo ideal…      Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles,  todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel…      Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por  dentro como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas  callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se  quedan mirándolo:      —Tien’asero…      Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo>>. Ju

Es la noche desamparo…

Es la noche desamparo de las sierras hasta el mar. Pero yo, la que te mece, ¡yo no tengo soledad! Es el cielo desamparo si la Luna cae al mar. Pero yo, la que te estrecha, ¡yo no tengo soledad! Es el mundo desamparo y la carne triste va. Pero yo, la que te oprime, ¡yo no tengo soledad! Gabriela Mistral

Quería evadirse...

     << Quería evadirse, huir cada vez más lejos , romper  bruscamente con la vida vulgar para respirar el aire libre . Y, además, también  estaba aquel pánico que entra de vez en cuando al pensar que las comparsas que  hemos dejado atrás pueden volver a encontrarnos y pedirnos cuentas. Había que  esconderse para huir de aquellos chantajistas con la esperanza de hallarse algún  día definitivamente fuera de su alcance. Allá arriba , en el aire de las cumbres . O  en el aire de alta mar >>. Patrick Modiano, En el café de la juventud perdida

30. El tres veces grande...

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Hermes Trismegisto « El espíritu brota de la sustancia de Dios   (...); de qué naturaleza es esta sustancia, solo Dios puede saberlo con exactitud. Por tanto,   el espíritu no está separado de la sustancia de Dios ,   sino que irradia de este   su origen como la luz irradia del sol.   En el hombre ,   este espíritu es Dios ...». Hermes Trismegisto , "el tres veces grande"

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