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Fulcanelli...

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Notre-Dame de Paris           << La más fuerte impresión de nuestra primera juventud -teníamos a la sazón siete años-,  de la que conservamos todavía vívido un recuerdo, fue la emoción que provocó , en  nuestra alma de niño, la vista de una catedral gótica . Nos sentimos inmediatamente transportados , extasiados, llenos de admiración, incapaces de sustraernos a la atracción  de lo maravilloso, a la magia de lo espléndido, de lo inmenso, de lo vertiginoso que se  desprendía de esta obra más divina que humana.       Después, la visión se transformó; pero la impresión permanece. Y, (...) , jamás hemos podido dejar de  sentir una especie de arrobamiento ante estos bellos libros de imágenes que se levantan  en nuestra plaza y que despliegan hasta el cielo sus hojas esculpidas en piedra >>.  Fulcanelli, El misterio de las catedrales

Unas líneas sobre... "El vino de la soledad", de Irène Némirovsky

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           << La vida era cambiante, inestable, poco segura. Nada duraba. Un torrente implacable arrastraba a los seres queridos, los días tranquilos, y se los llevaba lejos, para siempre jamás >> .   Irène Némirovsky , El vino de la soledad El vino de la soledad es una historia cerrada con broche de oro y unos personajes fascinantes :                 -       Bella: hermosa y egoísta                -       Elena: idealista y vengativa                -        Boris Karol: egoísta y crédulo                -       Mademoiselle Rose: dulce y bondadosa Los temas en ella planteados :                -         La inevitabilidad del paso del tiempo           -       La hipocresía de una sociedad que hace como que no ve, como que no sabe                -       La pérdida progresiva de valores                -       El deseo de venganza                -       El odio                -       El dinero que roba padres y compra amantes              

París...

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1919

24. Las letras

Remueve el suelo blando a su alrededor . Introduce las manos hasta las muñecas y saca las uñas sucias.   Busca almendras . - No hay más,   Titus B.   Créeme. Tiene hambre . Ha pasado mucho tiempo sin comer y se ha hecho más blanco y más chico . De él parece que solo quedara barba. Pero no hay más. No encontrará más. Por mucho que revuelva con ansia la tierra. Por más que la levante con los puños cerrados y luego los abra para dejarla caer hecha mil puntitos marrón oscuro. No hay más. Solo pude encontrar aquellas doce. Al final se cansa de una búsqueda que ya le anuncié perdida .   La luna, llena esta noche, ha terminado de hacerse dueña del cielo. El viento helado me reseca la piel. Me hace llorar los ojos y sangrar los labios. Es el mismo viento que se cuela en el bosque año tras año.   Cuando   allí afuera se encienden más luces de la cuenta y hasta aquí llega el eco de mil voces diciendo Navidad . Alarga la mano derecha y toma del suelo un palito.  Se p

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Plaza sola

Cuando se fueron todos Me quedé a solas con mi alma. Plaza cuadrada, con su fuente Sin una lágrima de agua. Balcones de piedra y de hierro. Tejados de teja dorada. Vencejos de la primavera Por el aire de la mañana… Qué sosiego volver, hablarte, Abrazarte con mis miradas, Besarte la boca de tiempo Donde el polvo seca la lágrima. Qué descanso poner mi oído Sobre tu madera encantada, Apurar las gotas de música De la caja de tu guitarra, Recordar, preguntar, soñar Ahora que nada importa nada… Borro los pájaros. Enciendo Un cáliz de oro ante una acacia. Y, de pronto, un rumor lejano, Como de mar que se desata, Órgano de oro que libera Sus ruiseñores y sus aguas, Viento del sur que pulsa y sopla Espigas y juncos y cañas… Ya los balcones solitarios Se han poblado de hombres que cantan, De hombres que sueñan y se yerguen En el umbral de la mañana. Las flores doblan su carmín Allá en las praderas lejanas. Las piedras sacud

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23. Macrocosmos / Microcosmos

Titus B.   tiene las manos muy chicas . Mucho.   Y bien regordinas . Tanto que ni siquiera se distingue en ellas dónde acaba y dónde empieza una falange.   Pero   son   muy diestras . Casi resulta increíble. Casi podrías decirme anda ya te lo estás inventando. Pero no es así. Son diestras de verdad y hoy están sentadas en el suelo. Bajo ese letrero que a esta hora no hace sombra porque ya se está haciendo de noche.   Mastica almendras . Las pela con esmero. Se las lleva hechas cachitos a la boca y las mastica con más esmero aún.   Yo me siento enfrente . El duende no me mira. Solo tiene ojos para las doce almendras que encontré en la tierra. -   Ya no estoy triste . Qué te creías. Lo ha dicho él. ¿Cuánto hace que no lo escucho hablar? -   Era el cosmos . Era el cosmos. El cosmos era el que estaba triste. Él no. Él nunca. Menos delante de mí. - ¿Acaso no sabes nada del microcosmos?   ¿Qué es el microcosmos ,   mujercita? El microcosmos. Sí que sé. Claro que sé.