Fulcanelli...
Notre-Dame de Paris << La más fuerte impresión de nuestra primera juventud -teníamos a la sazón siete años-, de la que conservamos todavía vívido un recuerdo, fue la emoción que provocó , en nuestra alma de niño, la vista de una catedral gótica . Nos sentimos inmediatamente transportados , extasiados, llenos de admiración, incapaces de sustraernos a la atracción de lo maravilloso, a la magia de lo espléndido, de lo inmenso, de lo vertiginoso que se desprendía de esta obra más divina que humana. Después, la visión se transformó; pero la impresión permanece. Y, (...) , jamás hemos podido dejar de sentir una especie de arrobamiento ante estos bellos libros de imágenes que se levantan en nuestra plaza y que despliegan hasta el cielo sus hojas esculpidas en piedra >>. Fulcanelli, El misterio de las catedrales