Sobre el mar

No cesan sus eternos murmullos, 

rodeando las desoladas playas, 

Y el brío de sus olas

diez mil cavernas llena dos veces, 

y el hechizo de liécate les deja su antiguo son oscuro.


Pero a menudo tiene tan dulce continente,

que apenas se moviera la concha más menuda

durante muchos días, de donde cayó 

Cuando los vientos celestiales pasaron, sin cadenas.


Los que tenéis los ojos dolientes o cansados,

brindadles esa anchura del Janar, como una fiesta;

y los ensordecidos por clamoreo rudo

o los que estáis ahítos de notas fatigosas,

sentaos junto a una antigua caverna, meditando,

hasta sobresaltaros, como al cantar las ninfas.

John Keats

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