Profeta de mis fines no dudaba del mundo que pintó mi fantasía en los grandes desiertos invisibles. Reconcentrado y penetrante, solo, mudo, predestinado, esclarecido, mi aislamiento profundo, mi hondo centro, mi sueño errante y soledad hundida, se dilataban por lo inexistente, hasta que vacilé cuando la duda oscureció por dentro mi ceguera. Un tacto oscuro entre mi ser y el mundo, entre las dos tinieblas, definía una ignorada juventud ardiente. Encuéntrame en la noche. Estoy perdido. 🧚♀️ Manuel Altolaguirre Lawrence Alma-Tadema, The Finding of Moses (1904)
<<Ante él tenía una habitación larga y estrecha, que se perdía al fondo en penumbra. En las paredes había estantes que llegaban hasta el techo, abarrotados de libros de todo tipo y tamaño. En el suelo se apilaban montones de mamotretos y en algunas mesitas había montañas de libros más pequeños, encuadernados en cuero, cuyos cantos brillaban como el oro. Detrás de una pared de libros tan alta como un hombre, que se alzaba al otro extremo de la habitación, se veía el resplandor de una lámpara. De esa zona iluminada se elevaba de vez en cuando un anillo de humo, que iba aumentando de tamaño y se desvanecía luego más arriba, en la oscuridad. Era como esas señales con que los indios se comunican noticias de colina en colina. Evidentemente, allí había alguien (...)>>. Michael Ende, La historia interminable
¡Yo solo vivo dentro de la primavera! (Los que la veis por fuera, ¿qué sabéis de mi centro, qué sabéis de su centro? Si salís a su encuentro, mi sangre no se altera…) ¡Yo solo vivo dentro de la primavera! Juan Ramón Jiménez
<<(...) aquí la inmensidad escapa a la imaginación, un cielo tan extenso y profundo que no puede abarcarse la puesta de sol de una sola mirada, sino que hay que examinarla por partes, un paisaje que resulta monótono por su tamaño y aterrador por su misma simplicidad y la sensación especial de agotamiento (...) . Amanece, cae la noche; llegas y te marchas de las estaciones de tren indistinguibles entre sí, con el tablón del nombre hábilmente disimulado, entreactos bruscos y desconcertantes de ruido y gentío, y aun así el viaje continúa, hasta que la inmensidad deja de tener sentido y se hace insoportable, y deseas escapar de esa infinita repetición de agotamiento y decadencia>>. V. S. Naipaul, El escritor y el mundo
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