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Un momento de felicidad 💫

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Un momento de felicidad, tú y yo sentados en la varanda, aparentemente dos, pero uno en alma, tú y yo. sentimos el Agua de Vida que fluye aquí, tú y yo, con la belleza del jardín y el canto de las aves. Las estrellas nos mirarán, y les mostraremos lo que es ser una fina luna creciente. Tú y yo fuera de nosotros mismos, estaremos juntos, indiferentes a conjeturas inútiles, tú y yo. Los papagayos del paraíso harán el azúcar crujir mientras reímos juntos tú yo. de una forma en este mundo, y de otra en una dulce tierra sin tiempo. 🧚‍♀️ Rumi Gustav Klimt, The Kiss (1907 - 1908)

Calderón de la Barca...

      <<¿Qué os admira? ¿Qué os espanta, si fue mi maestro un sueño, y estoy temiendo, en mis ansias, que he de despertar y hallarme otra vez en  mi cerrada prisión? Y cuando no sea, el soñarlo solo basta; pues así llegué a saber que toda la dicha humana, en fin, pasa como sueño, y quiero hoy aprovecharla el tiempo que me durare, pidiendo de nuestras faltas perdón, pues de pechos nobles es tan propio el perdonarlas>>. Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño

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La voz a ti debida 💫

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Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los pronombres! Quítate ya los trajes, las señas, los retratos; yo no te quiero así, disfrazada de otra, hija siempre de algo. Te quiero pura, libre, irreductible: tú. Sé que cuando te llame entre todas las gentes del mundo, solo tú serás tú. Y cuando me preguntes quién es el que te llama, el que te quiere suya, enterraré los nombres, los rótulos, la historia. Iré rompiendo todo lo que encima me echaron desde antes de nacer. Y vuelto ya al anónimo eterno del desnudo, de la piedra, del mundo, te diré: «Yo te quiero, soy yo». 🧚‍♀️ Pedro Salinas Rogelio de Egusquiza, Tristán e Iseo (La vida)  (1912)

Canción de los ángeles

 No he soltado a mi ángel mucho tiempo, y se me ha vuelto pobre entre los brazos, se hizo pequeño, y yo me hacía grande: de repente yo fui la compasión; y él, solamente un ruego tembloroso. Le di su cielo entonces: me dejó él lo cercano, de que él se marchaba; a cernerse aprendió. yo aprendí vida, y nos reconocimos lentamente… Aunque mi ángel no tiene ya deber, por mi día más fuerte desplazado, baja a veces su rostro con nostalgia, como si no quisiera ya su cielo. Querría alzar de nuevo, de mis pobres días, sobre las cimas de los bosques rumorosos, mis pálidas plegarias hasta la patria de los querubines. Allí llevó mi llanto originario y pensamientos; y mis diminutos dolores se volvieron allí bosques que susurran sobre él… Sí algún día, en las tierras de la vida, entre el ruido de feria y de mercado, la palidez olvido de mi infancia florecida, y olvido el primer ángel, su bondad, sus ropajes y sus manos en oración, su mano bendiciendo; conservaré en mis sueños más secretos siempre el p

Santa Capilla... París

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Santa Capilla, París, Francia

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Estoy perdido 💫

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Profeta de mis fines no dudaba del mundo que pintó mi fantasía en los grandes desiertos invisibles. Reconcentrado y penetrante, solo, mudo, predestinado, esclarecido, mi aislamiento profundo, mi hondo centro, mi sueño errante y soledad hundida, se dilataban por lo inexistente, hasta que vacilé cuando la duda oscureció por dentro mi ceguera. Un tacto oscuro entre mi ser y el mundo, entre las dos tinieblas, definía una ignorada juventud ardiente. Encuéntrame en la noche. Estoy perdido. 🧚‍♀️ Manuel Altolaguirre Lawrence Alma-Tadema, The Finding of Moses (1904)

      <<Ante él tenía una habitación larga y estrecha, que se perdía al fondo en penumbra. En  las paredes había estantes que llegaban hasta el techo, abarrotados de libros de todo tipo  y tamaño. En el suelo se apilaban montones de mamotretos y en algunas mesitas había  montañas de libros más pequeños, encuadernados en cuero, cuyos cantos brillaban  como el oro. Detrás de una pared de libros tan alta como un hombre, que se alzaba al  otro extremo de la habitación, se veía el resplandor de una lámpara. De esa zona  iluminada se elevaba de vez en cuando un anillo de humo, que iba aumentando de  tamaño y se desvanecía luego más arriba, en la oscuridad. Era como esas señales con  que los indios se comunican noticias de colina en colina. Evidentemente, allí había  alguien (...)>>. Michael Ende, La historia interminable