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Canción de los ángeles

 No he soltado a mi ángel mucho tiempo, y se me ha vuelto pobre entre los brazos, se hizo pequeño, y yo me hacía grande: de repente yo fui la compasión; y él, solamente un ruego tembloroso. Le di su cielo entonces: me dejó él lo cercano, de que él se marchaba; a cernerse aprendió. yo aprendí vida, y nos reconocimos lentamente… Aunque mi ángel no tiene ya deber, por mi día más fuerte desplazado, baja a veces su rostro con nostalgia, como si no quisiera ya su cielo. Querría alzar de nuevo, de mis pobres días, sobre las cimas de los bosques rumorosos, mis pálidas plegarias hasta la patria de los querubines. Allí llevó mi llanto originario y pensamientos; y mis diminutos dolores se volvieron allí bosques que susurran sobre él… Sí algún día, en las tierras de la vida, entre el ruido de feria y de mercado, la palidez olvido de mi infancia florecida, y olvido el primer ángel, su bondad, sus ropajes y sus manos en oración, su mano bendiciendo; conservaré en mis sueños más secretos siempre el p

Santa Capilla... París

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Santa Capilla, París, Francia

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Estoy perdido 💫

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Profeta de mis fines no dudaba del mundo que pintó mi fantasía en los grandes desiertos invisibles. Reconcentrado y penetrante, solo, mudo, predestinado, esclarecido, mi aislamiento profundo, mi hondo centro, mi sueño errante y soledad hundida, se dilataban por lo inexistente, hasta que vacilé cuando la duda oscureció por dentro mi ceguera. Un tacto oscuro entre mi ser y el mundo, entre las dos tinieblas, definía una ignorada juventud ardiente. Encuéntrame en la noche. Estoy perdido. 🧚‍♀️ Manuel Altolaguirre Lawrence Alma-Tadema, The Finding of Moses (1904)

      <<Ante él tenía una habitación larga y estrecha, que se perdía al fondo en penumbra. En  las paredes había estantes que llegaban hasta el techo, abarrotados de libros de todo tipo  y tamaño. En el suelo se apilaban montones de mamotretos y en algunas mesitas había  montañas de libros más pequeños, encuadernados en cuero, cuyos cantos brillaban  como el oro. Detrás de una pared de libros tan alta como un hombre, que se alzaba al  otro extremo de la habitación, se veía el resplandor de una lámpara. De esa zona  iluminada se elevaba de vez en cuando un anillo de humo, que iba aumentando de  tamaño y se desvanecía luego más arriba, en la oscuridad. Era como esas señales con  que los indios se comunican noticias de colina en colina. Evidentemente, allí había  alguien (...)>>. Michael Ende, La historia interminable

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Solo yo 💫

  ¡Yo solo vivo dentro de la primavera! (Los que la veis por fuera, ¿qué sabéis de mi centro, qué sabéis de su centro? Si salís a su encuentro, mi sangre no se altera…) ¡Yo solo vivo dentro de la primavera! Juan Ramón Jiménez

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Mirar el río hecho de tiempo y agua… 💫

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Mirar el río hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro río, saber que nos perdemos como el río y que los rostros pasan como el agua. Sentir que la vigilia es otro sueño que sueña no soñar y que la muerte que teme nuestra carne es esa muerte de cada noche, que se llama sueño. Ver en el día o en el año un símbolo de los días del hombre y de sus años, convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo, ver en la muerte el sueño, en el ocaso un triste oro, tal es la poesía que es inmortal y pobre. La poesía vuelve como la aurora y el ocaso. A veces en las tardes una cara nos mira desde el fondo de un espejo; el arte debe ser como ese espejo que nos revela nuestra propia cara. Cuentan que Ulises, harto de prodigios, lloró de amor al divisar su Ítaca verde y humilde. El arte es esa Ítaca  de verde eternidad, no de prodigios. También es como el río interminable que pasa y queda y es cristal de un mismo Heráclito inconstante, que es el mismo y es otro, como el