Había una barcaza, con personajes torvos, en la orilla dispuesta. La noche de la tierra, sepultada. Y más allá aquel barco, de luces mortecinas, en donde se apiñaba, con fervor, aunque triste, un gentío enlutado. Enfrente, aquella bruma cerrada bajo un cielo sin firmamento ya. Y una barca esperando, y otras varadas. Llegábamos exhaustos, con la carne tirante, algo seca. Un aire inmóvil, con flecos de humedad, flotaba en el lugar. Todo estaba dispuesto. La niebla, aún más cerrada, exigía partir. Yo tenía los ojos velados por las lágrimas. Dispusimos los remos desgastados y como esclavos, mudos, empujamos aquellas aguas negras. Mi madre me miraba, muy fija, desde el barco en el viaje aquel de todos a la niebla. 🧚♀️ Francisco Brines Sebastian Pether, River Scene (1840)
Lola García de Luna Descubrí la tinta de limón un verano de hace casi veinte años. Entonces yo era una niña que solo quería leer. Se ocultaba entre las páginas de Los Tres Investigadores , la serie de novelas de detectives que era dueña y señora de mis pensamientos infantiles. Y es que los malos escribían con tinta de limón mensajes secretos en los mapas del tesoro; en las notas arrugadas que sin querer se escurrían de entre las hojas de un cuaderno; en la cara interna de aquel viejo sobre que guardaba una carta misteriosa… Porque la tinta de limón es una tinta secreta , invisible, que solo muestra las letras que atesora si se ve amenazada por la cercanía del fuego. La tinta de limón… Con ella se escribirían también los sueños de esa niña que solo quería leer mientras anhelaba el día, entonces bien lejano –el día de la juventud-, en que pudiera viajar a Rocky Beach, entrar en el “Patio Salvaje” (la chatarrería del tío Titus Jones) y, cajita de cerill
Tus ojos eran mi aire y el aire para sí jugaba a ser redondo, rodando. Tus ojos eran mi aire y mi fuego, y los dos entre sí jugaban uno a mantener al otro, consumiéndose. Tus ojos eran mi aire y mi fuego, pero también mi agua, y los tres entre sí jugaban uno a consumir el otro, manteniéndose. Porque tus ojos eran mi agua mi fuego y mi aire, tengo transida de rumor el alma como el árbol de pino la madera, y tengo más: las raíces anudadas a ti, porque tus ojos eran mi aire mi fuego y mi agua, pero también mi tierra. 🧚♀️ José Gorostiza Herbert James Draper, The Gates of Dawn (1900)
<<(...) un libro solo es bueno en la medida en que nos trae un diálogo latente, en que sentimos que el autor sabe imaginar concretamente a su lector y este percibe como si de entre las líneas saliese una mano ectoplásmica que palpa su persona, que quiere acariciarla -o bien, muy cortésmente, darle un puñetazo>> . José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas
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